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Joseph J. Fins nos habla de los Comités de Ética y la figura del Consultor en Estados Unidos

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XVII Jornadas de Ética organizadas por la Fundación San Juan de Dios

Joseph J. Fins es jefe del Departamento de Ética Médica al New York Presbyterian Hospital y Weill Cornell Medical College. Durante las XVII Jornadas de Ética nos concedió una entrevista en la que habló del funcionamiento de los Comités de Ética en Nueva York, los puntos en común con los Comités españoles, cómo actúan con respecto a cuestiones como la de pacientes con demencia.

E.: ¿El método inductivo que ustedes utilizan tienen relaciones, puntos de convergencias con la metodología desarrolladas por Diego Gracia?

J. Fins: Yo creo que hay una convergencia de métodos en la ética clínica. Creo que Diego Gracia es una gran figura en la bioética española y tengo una gran deuda con él, por lo que me enseñó sobre bioética. Mi método y su método son primos: son distintos - el suyo está más ligado a los valores que el nuestro - pero hay puntos en común entre nosotros dos. Nosotros somos un poquito más inductivos. Diego tiene un concepto previo de los valores; yo creo que los valores salen del proceso de investigar el contexto clínico, la narrativa, la historia, los datos clínicos, pero llegamos a los valores. Él tiene un sentido de los valores que los hace entrar en juego un poquito antes que nosotros, pero nosotros estamos de acuerdo con la importancia de la historia y la importancia de los valores.

Una figura muy importante en la filosofía española, José Ortega y Gasset, dice que "yo soy yo y mis circunstancias". Ortega coincide con John Dewey al señalar que contexto también es importante. Por eso, el tipo de ética clínica que hacemos en Nueva York toma muy en cuenta el contexto, pero a la vez no olvidamos la importancia de principios y valores, de modo que es una mezcla de contexto y la filosofía más tradicional. Además tenemos como uno de nuestros fines el de servir y por esto somos accesibles las 24 horas, 7 días a la semana; en las fiestas y por la noche. Por eso tenemos la confianza de nuestros colegas: saben que, cuando tienen un problema, les vamos a contestar. Esta confianza crece a lo largo de los años y con ella las consultas crecen también. Para mí el gran éxito de la consulta ética es cuando unos médicos que me pidieron ayuda para una consulta, quizás con un poquito de desconfianza, después quieren ser miembros del comité. Entonces estamos intentando hacer que crezca la comunidad, la gente con la que podamos conversar. Intentamos ser muy accesibles y no hay "malas preguntas": la mala pregunta es la que no se ha hecho.

Finalmente, somos maestros: siempre intentamos compartir conocimientos, aprender y enseñar. Entonces la consulta es un esfuerzo por resolver un problema, a la vez que por enseñar la bioética y el proceso de analizar este tipo de problemas, que no son científicos como los demás de medicina. Aquí se trata más bien de un arte y estamos intentando compartir nuestros métodos con nuestros colegas.

E.: ¿Cuál es la clave para que un Comité tenga éxito, como ha sido en su caso, pasando de cero a 350 consultas en un año? ¿Qué recomendaciones haría a nuestro Comité?

J. Fins: Yo creo que es la paciencia. Está más clara esta situación en otro contexto: hay que decir que la "necesidad" fue la clave del éxito.

Estamos intentado, por un lado, responder a la necesidad de escuchar a nuestro paciente y la familia, darle la oportunidad de expresar sus deseos, y por otro trabajar con nuestros colegas, que también están sufriendo por decisiones difíciles que no pueden tomar y necesitan ayuda y consejo. Entonces empezamos en un momento de la historia de la evolución de la bioética, en el cual los médicos necesitan a los pacientes, e igualmente los enfermeros. Además, yo creo que fue la maduración en el proceso de una bioética deductiva a una bioética inductiva, en la cual podemos dar consejo en el contexto de las situaciones reales.

E.: ¿Qué pautas están siguiendo en casos de pacientes con demencia, allí donde es necesario recurrir a hidratación o alimentación artificial?

J. Fins: Hay unas leyes en cada estado. En Nueva York, donde vivo, los representantes de pacientes tienen el derecho de quitar la alimentación artificial en una persona en que las ventajas son menores que las desventajas, cuando es demasiado duro o es algo que no quería recibir. Y hay datos también científicos sobre que el hecho de que alimentarle por una sonda no siempre disminuye el riesgo de muerte en un paciente, ni disminuye el riesgo de aspiración tampoco. Por otro lado, algunas culturas y religiones ven el hecho de dar la comida como un acto de obligación, un acto ordinario, no extraordinario. Tenemos que ser muy respetuosos con las tradiciones religiosas que existen en nuestra comunidad, aunque yo creo que todo el mundo, cualquiera que sea su tradición, merece la explicación de los médicos para comprender los beneficios de cualquier tratamiento. Pero es un derecho que está protegido, el derecho a la alimentación por boca o por sonda, en decisiones del Tribunal Supremo de EEUU. Ahora bien, tenemos que hacerlo con una atención a la sensibilidad de las distintas culturas que forman nuestro país como un mosaico.

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